El soundtrack de la vida. Capítulo V
- Ana Cristina Vera
- 5 jun 2023
- 5 Min. de lectura

If I told you things I did before Told you how I used to be Would you go along with someone like me?
"Young Folks" - Peter, Bjorn, and John
Writer’s Block (2006)
Pocos entusiasmos he conservado intactos desde la infancia como el de salir de vacaciones. Recuerdo la primera vez que mi papá nos llevó al mar que, naturalmente también fue la primera vez que fui revolcada con violencia por una ola. En mi memoria estuvimos meses en la playa. Viviendo en un bungalow en el hotel Sol y Mar en Acapulco, aunque, acorde a memorias más coherentes, sólo estuvimos unos días y el bungalow en realidad no era el castillo que yo recuerdo, porque, entre otras cosas, no había aire acondicionado, sólo unos ventiladores en el techo.
Para cuando llegué a mi tercera experiencia laboral en una empresa americana en donde, a diferencia de mis empleos anteriores tenía en mi primer año 10 días de vacaciones, me di permiso de soñar en armarme el viaje al que nunca creí posible acceder: conocer Europa. Ese primer año en dicha empresa, ser dedicada y comprometida con mi trabajo rindió frutos que al día de hoy no dejo de agradecer por el impacto que tuvieron en mi vida: mi jefe accedió a darme como bono de desempeño días adicionales de vacaciones y al juntar los fines de semana, los días feriados de septiembre, los otorgados por la empresa, y sobre todo el generoso aguinaldo de una empresa transnacional y el fondo de ahorro (prestación más rara que un unicornio), logré juntar lo suficiente en tiempo y dinero para poder irme de viaje por 30 días.
Sweet disposition Never too soon
Oh, reckless abandon Like no one's watching you
"Sweet Disposition" – The Temper Trap
Conditions (2009)
Tenía casi 24 años cuando me fui para nunca volver a ser la misma a mi regreso. Fue un viaje de muchas primeras veces: la primera vez que viajé en avión, la primera vez que salía del país, la primera vez que tendría práctica real e inmersiva de mis dos idiomas extranjeros aprendidos al momento (Inglés e Italiano) y la primera vez que salía a cualquier lugar sola, por tanto tiempo y sin mucha posibilidad de comunicarme con mi familia salvo por los largos correos que envié y que también publiqué en mi blog (¿recuerdan los blogs?) relatando cada lugar que visité.
A mi regreso y ya autoproclamada como ciudadana del mundo, viajar se convirtió en una actividad a tener presente en materia de toma de decisiones como: ¿este trabajo en una empresa nacional con un sueldo por honorarios y 5 días de “ley” para descansar me va a permitir viajar otra vez? Y, si la respuesta era no, sumaba a los determinantes del porqué no aceptar la oferta en cuestión. La buena estrella y, sin falsas modestias, mi buen trabajo, me permitió repetir la aventura europea 4 veces más, semi-patrocinada por diferentes razones sociales y pasaron unos buenos años antes de que me animara a recorrer mi propia tierra.
El hecho de que un viaje a Cancún costara lo mismo que un vuelo intercontinental tampoco ayudaba a disminuir mi resistencia a ese u otros destinos nacionales. Siempre tuve desdén por el lugar y sólo lo visité hasta hace un par de años cuando hubo patrocinio total por parte de una empresa. Lamentablemente eso significó también que me perdí para siempre la oportunidad de conocer sus famosos “azules turquesa” y sólo me tocó la experiencia de playas horribles llenas de sargazo con, eso sí, arenas muy blancas. El sargazo ya nunca más se irá pero yo igual no me quedé con ganas de regresar. Y cuando menos no pagué por eso.
This is our decision to live fast and die young
We've got the vision, now let's have some fun
"Time to Pretend "– MGMT
Oracular Spectacular (2007)
Hoy puedo decir que conozco ya buena parte del país y un pedacito del mundo, aunque con cada salida me convenzo de que los viajes son como los libros: la vida no nos va a alcanzar para disfrutar todos los que queremos.
Hay muy pocas cosas que nos regalan la perspectiva de qué es aquello que más amamos del lugar en donde vivimos y también de nosotros mismos. Además de ir a terapia, mi segunda recomendación para lograr aquello de “conocerse a uno mismo” es irse de viaje solo. No con la pareja, no con un grupo de amigos. No. Solos. Ustedes con ustedes mismos abandonados a la tiranía de sus deseos y a la abundancia (o pobreza) de recursos en un lugar en donde no hablan su idioma y no hay papas de carrito con salsa Valentina. Pocas escuelas les van a enseñar tanto como esa. Y aunque sé que la posibilidad de salir del país no es una que pueda estar al alcance de todos, me atrevo a decir también, consciente y todo de mis privilegios, que tampoco es tan difícil.
They will see us waving from such great heights Come down now, they'll say But everything looks perfect from far away Come down now but we'll stay
"Such Great Heights" – The Postal Service
Give Up (2003)
Luego de la pandemia y de una pausa de casi 5 años en la que elegí dejar de viajar con la frecuencia acostumbrada para invertir mis activos en otras cosas (no se enamoren, es una trampa), regresé a las madrugadas de salir de casa con la maleta en mano y la sonrisa en la cara haciendo lo debió ser mi luna de miel en compañía de mi hermana (en esa ocasión no hubo muchas sonrisas, la verdad). A partir de ese viaje, yo, que siempre preferí hacerlo sola porque qué hueva convivir y tolerar, la incluyo en todos mis planes de salida. Me parece justo que, habiendo estado ella en mis malas y mis peores, la haga ahora partícipe de mis mejores, que casi siempre implican un cambio temporal de código postal.
Las dos últimas aventuras incluyeron un viaje internacional en donde vivimos una huelga de aerolínea y experimentamos lo que es estar sin desodorante y ropa limpia por 4 días. Como europeas, dirían algunos. Y luego, en una de esas vueltas bonitas de la vida, nos llevamos a mi papá de vacaciones a la playa. Fue lindo poderle decir:
“Pida lo que quiera”
“¿Nos quedamos aquí o nos vamos a otro lugar?”
“¿Se le antoja algo más?”
Es una retribución tan extraña como satisfactoria. Regresarle la experiencia a quien te la brindó primero. Mejorada, espero, y con esperanza de poderla repetir con más frecuencia o al menos de una manera que lo haga sentir, como lo hiciste tú siendo niña, que la diversión duró meses.
Te voy a hacer bailar
Toda la noche
Nos vamos a Berlín
No quiero reproches
"Toro· – El Columpio Asesino
Diamantes (2011)
Por: Ana Cristina Vera
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