Los Fabulosos Cadillacs: la música como órgano vital y la promesa de un nuevo disco en el horizonte.
- Ed Rodríguez
- 11 oct
- 4 Min. de lectura

En la antesala de su histórica presentación en el Auditorio Nacional, Flavio Cianciarulo y Sergio Rotman desgranan la filosofía que alimenta cuatro décadas de rock latinoamericano.
Más allá de los hits que corean multitudes, detrás de la energía explosiva que llenó el Zócalo capitalino, late un corazón que no deja de componer. En el marco del anuncio de sus cuatro funciones en el Auditorio Nacional (19, 21, 22 y 24 de noviembre) y una fecha
posterior en Mérida (26 de noviembre), Los Fabulosos Cadillacs no sólo prometen un show 'súper intenso', sino que ofrecen una lección de longevidad artística. En una íntima conferencia de prensa con la prensa Méxicana, Flavio Cianciarulo y Sergio Rotman, dos pilares de la banda, revelaron que el futuro discográfico es una certeza y que la música sigue siendo, literalmente, el aire que respiran.

Frente a la inevitable pregunta sobre nuevos materiales, la respuesta no fue una evasiva, sino una afirmación cargada de urgencia creativa. Flavio Cianciarulo, con la serenidad de quien ha visto pasar todas las modas, despejó cualquier duda: “En los Cadillacs, por suerte, siempre hay tela para cortar”. Esta frase, simple y poderosa, describe un estado permanente de gestación. “Siempre estamos mandándonos demos: Mirá, escuchá esto, hagamos esto lo otro”, confesó el bajista, dejando claro que el proceso creativo es un río
subterráneo que nunca deja de fluir.
Si bien no hay una fecha en el calendario, Flavio fue contundente: “Y claramente, en un futuro inmediato –el cual desconozco cuándo sea, pero seguramente inmediato–, nos vamos a estar juntando en un estudio a grabar”. Esta no es una promesa vacía, sino la conclusión lógica de un proceso orgánico. “Es lo que queremos hacer, lo que vamos a hacer y lo que podemos hacer porque siempre tenemos canción nueva”, sentenció.
Sergio Rotman coincidió de pleno, destacando la naturaleza inquieta de la banda: “Nosotros tenemos ya, ustedes saben, dos carreras siempre muy activas en lo compositivo. Así que no cabe ninguna duda que en algún momento coincidiremos en hacer un disco
nuevo”. Esta 'cartera de proyectos'; paralelos, lejos de dispersar la energía de la banda, parece ser el combustible que mantiene viva la chispa colectiva.
En un momento de reveladora proyección, Flavio compartió un anhelo personal que apunta a un futuro ambicioso: llevar al teatro la ópera rock 'La Salvación del Sol y Juan', su último trabajo conceptual. “Me parece que eso sí nos falta hacer”, afirmó, sugiriendo que la próxima gran evolución de Los Cadillacs podría darse en un formato escénico completamente nuevo, uniendo su poderío musical con la narrativa dramática.
Pero, ¿cómo se mantiene esta vorágine creativa después de 40 años? La respuesta no está en algoritmos ni estrategias de marketing, sino en una relación casi visceral con la música.
Para ambos músicos, su instrumento no es una herramienta, sino una extensión de su ser, una necesidad fisiológica.
“El instrumento es para mí... con el bajo, diariamente tengo un acercamiento muy grande”, explicó Flavio Cianciarulo. “Hace un rato estuve tocando. Toco todos los días porque me gusta hacerlo, no porque me lo impongo, sino porque es necesario. Es la gimnasia musical que necesito, que respiro”. Para él, el escenario es la culminación de este ritual diario: llevar esa práctica a un estado de “lava volcánica” que la música de Los Cadillacs “amerita”.
Sergio Rotman, desde el saxo, tiene una metodología igual de activa pero más nómada. “Toco prácticamente todas las semanas con algún invitado o con un grupo distinto”, relató. Esta decisión de sumergirse constantemente en diferentes estilos y escenarios (desde
antros pequeños hasta grandes festivales) lo mantiene en un estado de aprendizaje perpetuo. “Eso me ha ayudado mucho a mi forma de tocar... me tengo que adaptar al estilo de la banda que me invita”. Esta flexibilidad es un antídoto contra la rigidez y un canal de savia
nueva para la banda madre.
Frente a las herramientas digitales y las tendencias modernas, y a pregunta expresa de Decibel, los compañeros comentaron que su postura es de respeto, pero no de sometimiento. Ellos se autodefinen como una banda 'old school' que se mueve por
“tracción a sangre”. “Somos de las bandas que han vivido en ambos mundos [análogo y digital] y, por algún motivo, nos hemos quedado con la forma antigua”, admitió Sergio. Flavio complementó: “Utilizaremos las técnicas digitales cuando sean necesarias”, pero
su esencia sigue anclada en la intuición y la intensidad humana, no en la perfección editable de un software.

Los Fabulosos Cadillacs no están simplemente de gira; están en un estado de continua creación. Su visita a México no es solo la celebración de un legado, sino la demostración de un presente vibrante y un futuro promisorio. Nos muestran que la verdadera vigencia no se mide en streams, sino en la capacidad de mantener la música como un órgano vital: se ejercita a diario, se alimenta de experiencias diversas y late con una intensidad que solo la
autenticidad puede garantizar. Cuando Cianciarulo, Rotman y el resto de la banda suban al escenario del Auditorio Nacional, no estarán repasando un museo de éxitos; estarán tocando con el mismo fuego con el que ensayan en sus casas, demostrando que, para ellos, la música nunca fue una profesión, sino un estilo de vida.
Por: Ed Rodríguez








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