Verbal quimera nostálgica en el Auditorio Nacional
- Ed Rodríguez
- hace 11 minutos
- 3 Min. de lectura
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Kase.O y Violadores del Verso dieron más de treinta y
tres razones por las cuales el Rap en español es inmortal.

Una de las cualidades que más se han debatido en todos los tiempos alrededor de la música y en más de un ámbito artístico, e incluso deportivo, es quien es más que esto o que el otro, qué o quién aporta más el uno en comparación del otro. Sin embargo, el rap y hip hop es un rubro perfectamente ilustrado de esas batallas del viaje del ego, la riqueza y la pobreza, principalmente verbal, pero equitativa en la lucha de la realidad contra la ficción, los ideales hegelianos que soslayan la cotidianidad y la verdadera inteligencia para plasmar ese complejo en la sencillez de una palabra, un dibujo, una pieza o el resultado de lo que cada artista dedique su tiempo y pasión.
El pasado jueves 24 de octubre, en uno de los recintos más emblemáticos de la Ciudad de México, se presenció el primer acto de la noche que dió inicio con el Gran Mago Beodo; casi 10 mil personas coreando temas completos de Sho-Hai, y por supuesto las barras y fragmentos icónicas que en su parte complementa con
los tracks como integrante de Violadores del Verso. Y entre más barras líricas, más birras frías entre las manos de los espectadores se hacían notar con temas como “El Rey de las Cantinas”, pieza que pertenece al álbum “Genios” lanzado en 1999. Y no para menos que himnos de su autoría y colaboraciones como acto de introducción designaran una velada que desde ese estandarte, ya alto en su clase,
fuera rúbrica de que a partir de ahí el cumpleaños número treinta y tres de la vida profesional en el hip hop de Javier Ibarra tuviera un comienzo.
Las luces se apagaron, y en el centro un hombre con un hoodie color negro, encapuchado como un exiliado de la sociedad de los poetas muertos apareció en el centro del escenario. Un prólogo representativo de la sublimación propia de la palabra emitida que cuadra en una caja con un bombo; la querella que va facultada para ejecutar una composición ignota que rompe en estallido evocado
del monstruo vociferador de diez mil almas esperando la primera línea del domador de ovnis que mediante astro lenguaje es su extraño bagaje, pues en algún momento, tal cual nos lo reveló Javato en conferencia de prensa, está preparando un álbum nuevo, y soltó en directo una de esas canciones que muy probablemente verán la luz en plataformas hasta 2026. La algazara anecdótica de
su atuendo resuelta en el honor de traer una mochila como único acompañante, e incluso como almohada en sus inicios con el micrófono en España.
Auditorio Nacional, treinta y tres años, Kase.O, emblemas líricos, himnos en español, cultura del under, las historias de R de Rumba, El Círculo, los Genios, Rap Solo y Xhelazz haciendo el escenario suyo, entregándose por completo al público; todo era una síntesis escénica del Uróboro, donde los espectadores alimentan el ambiente que complace al emisor del mensaje, y con el propio
mensaje complace al oyente; ¿pero qué estoy haciendo, acaso me he contagiado de la rima de la palmera que se dobla pero aguanta el huracán? Puede que sí, pues a los treinta tres murió Cristo en la cruz, y la clase del noventa y dos va en esa transición, y cada tímpano estremecido sabía que todo iba a terminar, pero no
tan rápido, no tan pronto, pues algún ingrediente faltaba.
De nuevo todo fue obscuridad, ¿el final?; no, sólo fue el principio del fin, pues a sazón del desenlace algo insólito no tardo en presenciarse a la tercera luz a la derecha del padre, de los ojos del auditorio; un hombre con nombre de la estrella guía, nacido también un 25 de diciembre, David Gilaberte Miguel se hizo presente. El cuarteto zaragozano estaba completo, Lírico ingresa en esta festiva
reunión como epílogo complementario, y el lujo de tener justo enfrente a Violadores del Verso, después de más de una década de ausencia como grupo.
No sé podría pedir nada más para el cierre de esta verbena verbal, sin duda, una quimera nostálgica en el Auditorio Nacional.

Por: Ed Rodríguez
Fotos: Corbious Amage










































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