top of page
  • Andrea Mendoza

Campeón


Lo conoció un domingo a medio día. El calor era angustioso, alzó la cara al cielo en busca de una nube benévola que le regalara un poco de sombra. Al bajar la vista, se topó con sus enormes ojos negros, fue un flechazo. Sintió correr la sangre por todo su cuerpo de una manera bestial. Verse reflejada en aquellos enormes ojos y sentirse enganchada en ellos, fue una descarga de adrenalina que recorrió de manera alarmante su vientre. Él la miró con indiferencia total, como quien ve a su más ferviente súbdito. Conocía el poder que ejercía, se sabía conquistador, majestuoso, un verdadero mancebo. Ella se sintió desnuda frente a él, totalmente expuesta; como si el animal pudiera entender su aturdimiento, su aspiración. Pasó en un segundo, justo cuando sus miradas se encontraron. ¡Sí! Lo tenía que montar y, por amor de Dios: que ambos se sintieran. Se acercó e intentó acariciarlo, se conformaría con tocarlo. Él evitó el contacto, dejó salir un relincho y echó su cabeza hacia atrás.

— ¡Quieto! Déjame tocarte. – Suplicó— ¡Vamos bonito, déjame acercarme!

El caballo se alejó lo suficiente, lo intentó de nuevo, estaba segura que él, al igual que ella, deseaba dejarse hacer.

— ¿Puedo cabalgar en ti, bonito?, por favor, déjame subir.

Su mirada era reclamante, había sincera necesidad en ella. Sus ojos “hablaron” para él: lo hechizaron.

Él hizo un movimiento con la cabeza que parecía decir: “Ven”. Como si sintiera compasión o un arranque de bondad por la mujer derrotada que tenía enfrente. Ella obedeció; al fin pudo acariciarlo. Recargó su frente en la del caballo, como enamorados que no se atreven a dar ese primer paso para dejarse llevar. Su mano recorrió el lomo del animal para seguir por su larga melena; a medida que su mano avanzaba, el caballo cedía al placer que le provocaba el recorrido de aquella caricia. Le hablaba con voz suave para tratar de seducirlo. Al fin se atrevió. Intentó montarlo. Fue a dar al piso con toda su humanidad herida y el orgullo lastimado. No tuvo más opción que soltar una carcajada, se levantó y empezó a sacudir su ropa.

— ¡Lástima, tú te lo pierdes! –Espetó, y se alejó sin volver la vista atrás. El caballo fue tras ella, con su cabeza hurgó su espalda como quién dice: “Vamos, ¿no aguantas una broma?” Al volverse ella se encontró con una mirada suplicante. Lo montó, el caballo se dejó hacer. Ella se recostó dejando caer brazos y piernas, entregándose al placer de sentir la piel tan tersa del animal, él pareció entender y empezó a trotar suave y lentamente, adivinando los placeres que provocaba en cada movimiento. Ella estaba completamente rendida, prodigada al placer de dejarse llevar por el mar de sensaciones que no dejaban de manar por todo su cuerpo. Él la intuyó, empezó a cabalgar con más fuerza, invitándola sujetarse sin decir una sola palabra, parecían entenderse: sí, se entendían, él sabía lo que estaba ocurriendo en ella, podía sentir la humedad de su cuerpo. Ella dejó escapar un quejido de inquietante placer, envuelto en el llanto que provoca el vehemente deseo de dejarse llevar por un arranque de lubricidad.

La “leyó” de una manera mágica. A medida que ella apretaba sus brazos alrededor del cuello del animal, éste aumentaba el ritmo de su inquietante cabalgar. Convencido estaba que no podía detenerse, no ahora que ella estaba a punto de...

Al fin llegó la señal que él esperaba, aumentó la velocidad, mujer y bestia se sacudían en espasmos de placer. Su grito lo apagó el relinchar del caballo que, al igual que un hidalgo, no quería dejar en evidencia a su dama. Siguió cabalgando con toda su fuerza, pretendía mimetizarse con su sentir, ser uno, pertenecerse.

Ella no quería abrir los ojos, tenía miedo que al hacerlo, terminara esa bella ofuscación, no, definitivamente no los abriría. Todo podía haber sido una inquietante quimera, un alucinante ensueño… tan sólo la humedad de su cuerpo le parecía tan real, tan existente, que fue lo único que se atrevió a tocar para convencerse a sí misma que aquello había sucedido.



Por: Andrea Mendoza

53 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page